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Érase una vez una princesa llamada Blancanieves que tenía la piel blanca como la nieve, el cabello negro como el ébano y los labios rojos como la sangre. Su madrastra se puso celosa de su juventud y belleza cuando el espejo mágico le dijo que la niña la había reemplazado como la más hada de todas. Envió al leñador a matarla, pero él la dejó ir. Blancanieves se adentró en el bosque hasta que llegó a la casa de los 7 enanitos. Cuando la reina descubrió que todavía estaba viva, fue a la cabaña y, disfrazada, engañó a Blancanieves con un peine y un cinturón mortales, y finalmente con una manzana envenenada. La princesa cayó en un sueño profundo. Todavía está esperando a que un príncipe la despierte.
